Por: Laura Benítez
¿Alguna vez has sentido miedo de quedarte sin pareja porque te quedarías “sin nada”? ¿Sientes que haces mal si te pones como prioridad en vez de tu pareja? ¿Has cometido “locuras por amor” que han terminado en una situación grave?
Estoy segura que si eres mujer, puedes identificarte al menos con una de estas situaciones (o con todas). Así parezca una situación ajena no lo es para nada, parte de una situación cultural y social que viene más o menos desde el siglo XIX y se llama “Amor Romántico”
Si lees ese término es posible que pienses en “Carola” el personaje de Carrusel de niños, (si eres tan vieja como yo) o en las princesas de Disney y muchas veces hasta en tu propia relación llena de tarjetas hermosas y “desayunos sorpresa”, pero hay algo más de fondo que puede que no hayas identificado: ese contenido romántico que hemos absorbido durante tantos años está cargado de ideas subliminales donde a nosotras se nos pide ser las que esperan pasivas a su príncipe, las que aguantan todo tipo de situaciones terribles por amor, las que perdonan, las que se quedan en la casa pacientemente esperando que llegue su turno para conseguir marido, las que se angustian porque no llega aquel amor tan esperado.
¿Y cuál es el resultado de esto? Vivimos en un entorno que nos presiona para conseguir parejas al costo que sea, tenemos un pánico terrible a asistir a eventos familiares que más parecen un “examen de vida”, en donde nos chequean qué cosas ya tenemos y cuáles nos faltan. Recuerdo que mi adolescencia sufrí muchísimo porque era la que siempre estaba sola, a la que las amigas invitaban con cualquier pelele para que POR FIN encontrara novio y dejara de sentirse mal por eso, me sentía en un escalón inferior todo el tiempo y eso repercutía muchísimo en mi autoestima.
No nos educaron para alcanzar nuestras metas, o puede que sí, pero era algo secundario, lo principal siempre fue tener novio, ser la más conquistada, la más asediada, la que nunca le falte novio y eso, además de crear un gran vacío emocional, nos ponía en una situación de competencia con las demás y además entrar en una dinámica de consumo super fuerte, siempre queriendo comprar la mejor ropa, maquillaje, bolsos y cualquier cantidad de pendejadas que posiblemente el tipo ni quisiera veía.
Ahora, centrémonos en las relaciones de la mayoría de nuestras mamás, tías, abuelas. Eran larguísimas (en su mayoría), siempre había alguna que tenía un esposo insufrible pero que ella con mucha paciencia acompañaba y toda su familia entendía porque “dios la libre” de quedarse sola, y claro, ¿De qué iba a vivir una mujer si siempre ha estado dedicada a su familia?
Esta idea de amor está reforzada por la sociedad tradicional que nos quiere imponer roles estereotipados y encubiertos en una idea de amor cursi, un amor para siempre, que solo tiene validez en el matrimonio, donde no importan las condiciones, que dice que sí o sí hay que tener hijos, en donde la mujer está obligada a vivir de su marido y los hombres, obligados a proveer, a galantear, a vivir una vida oculta porque sus deseos deben permanecer así, a ser el semental, el macho, el capaz de todo. Hay que ser justos, ellos, según la posición que se le ha dado en la sociedad, tampoco la tienen fácil.
Lo más preocupante de esta situación es que vivimos en un mundo de seres inseguros que actúan con miedo, que en exceso puede llevarnos a cometer idioteces tipo llamar 50 veces, “stalkear” hasta el cansancio, llorar todo el tiempo por no poderle encontrar sentido a la vida sin una pareja, a hacer escándalos en la calle, y lo peor, LA MUERTE, porque es un dolor tan grande que nos vuelve irracionales.
Amiga, tú que lees esto (espero que con cuidado), entiende que te tienes a ti, que tú vida vale más que cualquier novio, que nada ni nadie está por encima de lograr tus metas, de conseguir ese trabajo que siempre has querido o de viajar lejos para probar de qué estás hecha. El amor es cíclico, puede variar de tiempo y de persona, preocúpate más por notar esos comportamientos tóxicos (en ti y en tu pareja) es decir, esas cosas que jamás permitirías si estás en una relación, para que puedas vivir un amor sano y feliz.
Para concluir te dejo esta cita de Marcela Lagarde, Antropóloga, feminista enfocada en estudiar el amor romántico.
“A las mujeres se nos dice que somos nosotras las que tenemos que cuidar de las emociones y del amor; nos vemos obligadas a estar pendientes de los demás. Eso, en sí, no es algo malo, pero ¿qué es lo que pasa? Que nosotras tenemos que dar todo ese amor, pero no podemos pedir nada a cambio; es decir, se rompe la reciprocidad en perjuicio de la mujer. Otra forma de dependencia consiste en convencer a las mujeres de que tienen que hacer lo que deben a cambio de amor, y no a cambio de dinero; por tanto, lo que hace una mujer no es un trabajo, no tiene valor. Existen muchas maneras de arrebatarnos la capacidad para exigir lo que nos corresponde, lo cual nos relega a una posición de dependencia del poder.”