Querido cuerpo,
Hoy es uno de esos días en el que no nos llevamos muy bien, estuve una hora tratando de encajarte en la poca ropa que te cabe y casi que no lo logro. Aunque traté de no hacerlo, llegué a un punto de frustración tan alto que empecé a lagrimear, no había nadie ahí, pero sentía la mirada de mi misma cuando pesaba 10 kilos menos, de la vendedora intentando que cupiera en la talla que había, en el cuerpo de Britney cargando una serpiente en los VMAS y me sentí muy mal.
Me senté un rato frente a la cama tratando de entender lo que pasaba y al mismo tiempo, pensaba en que ya no era lo que fui y que así lo intentara, no lo va a ser. Me dolió mucho saber que por tanto tiempo te he alimentado de culpa y rechazo, es posible que ahora intentes mostrarme que en ese tiempo todo estaba bien, pero estaba muy ocupada exigiéndome para notarlo.
Y no es que ahora esté mal, solo que ya no te conozco, eres otro, con más kilos, pero no creas que te odio, simplemente quiero entender porqué siempre trato de acomodarte en algo, mirarte detalladamente no para alabarte sino para ver qué reparaciones necesitas, también miro qué debo comprar para ocultar tus “imperfecciones”; pero la verdad es que tú eres mi cuerpo, mío, ya no hay otro, eres así y estamos aquí recorriendo esta vida, no puedes ser mi enemigo, no puedes ser diferente, eres el que eres, unos días más ancho y otros más encogido, pero eres MÍO y por eso TE AMO.
Te amo así no quiera verte muchas veces, has sido muy paciente y me has soportado cuando no creía poder más, has estado sano para cargar con tantos desamores, me has abrazado cuando nadie más lo ha hecho, eres MÍO y porque eres MÍO, nadie podrá decirme más que estás mal, empezando por mí.
Seguramente bajarás medidas, te volverás más viejo, o seguirás anchándote a lo largo de mi vida, pero sí te digo algo, quiero que vivamos en paz, quiero entenderte y así muchas veces la vanidad me tiente y me ponga mal, aquí estoy para limpiarte las lágrimas y cuidarte, tú no eres mi enemigo como me lo hicieron ver tantas veces, quiero comer en paz, me voy a encargar de que te alimentes como te gusta, que disfrutes sin culpa y que entiendas que si te he presionado a verte distinto es porque creí que era lo correcto.
No quiero excesos, no quiero moretones, pero sí poderte alzar mientras hago “la tabla”, caminar con gusto sin pensar en las calorías, solo disfrutando el paisaje. No va a ser fácil, pero te juro que lo voy a intentar porque te lo mereces y cuando nos vayamos de este mundo, me despediré de ti con mucho agradecimiento.
Te amo, perdón, gracias.
Por: Laura Benítez
Foto: Felipe Alarcón