Esta crónica no tiene como objetivo pedir consejos. Es una carta a mi Yo del pasado, siendo el pasado Ayer, 5 minutos, par de meses o X años.
Esta carta está dirigida a LA ESPOSA INFIEL: a aquella que se atrevió a transgredir las normal sociales y morales. Que vive en pecado y merece ser ahogada en agua bendita para purificarse.
A la “puta esa” que se atrevió a posar sus ojos, su entrepierna y su corazón, en un hombre “ajeno”, que le pintaba “pajaritos en el aire”, por las pantallas, a media noche mientras todos dormían. Que le decía que “nunca había sentido algo igual por nadie”.
A la que fue tan tonta de cambiar su esposo, el indiferente, el despreocupado, el hombre maravilloso y perfecto, por otro que estaba siempre presente, preocupado y a su disposición para escucharla.
A la que se sentía mal cuando paseaba desnuda frente a su marido buscando unos ojos que ya no estaban ahí, mientras deseaba estar en los brazos de “otro” que con solo una mirada la hacía sentir la mujer más hermosa del universo.
A esa que, entre paredes clandestinas, gemía de placer mientras otro le hacía el amor durante interminables horas para luego, ser una desconocida ante los ojos mundo.
A la mujer con espíritu de quiceañera, que dormía con el teléfono al lado esperando ansiosa un mensaje de “buenas noches, buenos días, buena semana”.
A la que lloraba de ansiedad cada viernes porque sabía que tendría que esperar hasta el lunes para sentirse amada de nuevo, mientras tenía que fingir alegría lavando ropa, fregando platos y jugando a la mamá feliz, mientras la mujer que la habitaba se moría cada segundo por dentro.
A esa que se sentía renacer cada que al llegar a “su casa” (a una “reunión de trabajo”) era arrollada por un tornado de pasión que la embestía contra los muebles, las paredes y el suelo; en una bañera lujosa bajo el agua; asomada en el ventanal de un piso 17 mientras el susodicho la desnudaba de la cintura para abajo y la penetraba con fuerza una y otra vez mientras le jalaba su largo cabello. A los reflejos sudorosos de los mil espejos del baño. A la que alguna vez en medio de la aburrición de la rutina, tuvo sexo casual y ardiente con un completo desconocido de un pasado más pasado que el inicio de esta carta.
A LA ZUNGA, LA PERRA, LA FUFURUFA que LE QUITÓ A OTRA, A LA “OFICIAL”, lo que era suyo por derecho propio: la “NOVIA” que alguna vez también fue esposa de alguien y que no dudó ni por un segundo salir huyendo hacia los brazos del amante perfecto y huir de un matrimonio infeliz para luego convertirse también en la amante clandestina; la mujer con la que él se acostaba los fines de semana mientras “Pensaba en mí”; con la que “estaba por obligación” pero con la que “jamás tendría futuro”; aquella que le inspiraba “lástima y gratitud”; la “cansona”, “manipuladora”. Esa que llegué a odiar en secreto por hacerle daño “al pobrecito” y por ser un obstáculo en mi “futuro arcoíris” con él. La que me odiaba fervientemente porque algo dentro de ella le decía que yo solo quería lastimarlos y “meterme” en medio. La que pensaba que yo lo acechaba. La que Él besaba de noche, mientras a mi me besaba de día. Con la que derramé muchas lágrimas simultáneas, mientras nos enterábamos en distintas partes del universo, que él se acostaba con otras.
Esta carta es para cada uno de los MOZOS que me salvaron y me devolvieron a la VIDA después de vivir MIL MUERTES:
Gracias por recordarme que SER MADRE no significa DEJAR DE SER MUJER.
Gracias por enseñarme que DEPENDE DE MI DISFRUTAR DE LA SEXUALIDAD DE MANERA PLENA: que debo decir qué me gusta y qué no. Que fingir un orgasmo es una irresponsabilidad y crea malos amantes. Que la sexualidad se disfruta con RESPONSABILIDAD y CUIDADOS. Que cuando te acuestas con una persona, también lo haces con sus amantes pasados. Que la ENERGÍA SEXUAL es muy importante para estársela confiando a cualquiera. Que EL SEXO ES SAGRADO y nos conecta con nuestro “Yo Supremo” cuando hay confianza, conciencia y equilibrio.
Gracias por mostrarme que EL DINERO NO SIGNIFICA NADA, cuando tu alma está convencida de que “no mereces ser amado” y por lo tanto “no puedes amar”. Que la abundancia de dinero para algunos, significa tratar a las personas como un enser más. Que el deseo se puede comprar, pero el amor NO.
Gracias por enseñarme una y otra vez, QUE LOS FUEGOS QUE ARDEN CON MAYOR INTENSIDAD se extinguen más rápido y que el amor, más que un incendio que todo lo consume, es poder conservar poco a poco ese FUEGO ENCENDIDO sin que devore todo a su alrededor o se extinga.
Gracias por todas las lágrimas derramadas y el dolor causado: el dolor hace parte de la vida, pero el sufrimiento es opcional y eso lo sé porque sigo viva a pesar de pensar muchas veces que el dolor me iba a matar. Porque hoy, decido no sufrir más por la CULPA que es un monstruo, que devora todo a su paso.
HOY me reconozco fuerte y valiente; humana e imperfecta. Hoy me reconozco Inteligente al aprender de mis errores y usarlos, para ser UNA VERSIÓN MEJOR DE MI, CADA DÍA.
HOY PIDO PERDÓN a todos aquellos a quienes lastimé en el camino y PERDONO a aquellos que me hicieron daño con sus actos.
AGRADEZCO a quienes estuvieron para guiarme cuando me sentía perdida y me acompañaron en este DESCUBRIMENTO DE MI MISMA.
HOY ME MIRO AL ESPEJO y veo en el “MIS ETIQUETAS”, aquellas que NO DEFINEN LO QUE SOY COMO SER HUMANO, pero que me recuerdan partes de mi vida. Una vida donde las cosas no son en BLANCO Y NEGRO: no somos buenos o malos; víctimas o victimarios; maestros o discípulos; amigos o enemigos.
Somos SERES HUMANOS que vinimos a este mundo con una misión: pintarlo de color ARCOÍRIS antes de que nuestros ojos se cierren y todo se vuelva oscuridad.
No hay nada de esta carta que quisiera borrar, porque la EXPERIENCIA hoy me hace quien soy. No me arrepiento de nada, pero si pudiera cambiar algo, sería confiar en mí y mi instinto.
SIEMPRE GRILLAS, NUNCA INGRILLAS.